El magnesio, un nutriente esencial para el funcionamiento del cuerpo, desempeña un papel crucial en varios procesos fisiológicos, incluida la regulación de los niveles de azúcar en la sangre, la función muscular, la presión sanguínea, y contribuye a la formación de proteínas, masa ósea y ADN.
Los Institutos Nacionales de Salud (NIH) de Estados Unidos señalan que las necesidades de magnesio varían según la edad y el género. Los adolescentes y hombres deben ingerir entre 400 y 420 mg diarios, mientras que para las mujeres se recomienda entre 310 y 320 mg, elevándose a 360 mg durante el embarazo.
Una deficiencia de magnesio puede manifestarse a través de diversos síntomas, según un estudio publicado en MDPI, que destaca los cuatro principales:
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Debilidad muscular: La falta de magnesio puede afectar la contracción muscular y la transmisión de impulsos nerviosos, causando debilidad muscular.
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Pérdida de apetito: La deficiencia puede provocar náuseas y vómitos, afectando el deseo de consumir alimentos.
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Fatiga: La influencia del magnesio en sustancias clave como el potasio puede desencadenar desequilibrios que contribuyen a la fatiga.
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Náuseas y vómitos: El magnesio regula neurotransmisores y contracciones musculares, siendo crucial para controlar la aparición de náuseas y vómitos.
Para mantener niveles adecuados de magnesio, se recomienda una dieta rica en alimentos como semillas de calabaza, almendras, espinaca, leche de soya, frijoles negros, yogurt natural, avena, plátanos, salmón, pan de trigo, pollo, aguacate y pasas.